En Dinamarca, la educación en empatía no es una actividad opcional, sino una parte fundamental del plan de estudios en escuelas primarias y secundarias. Desde hace más de veinte años, los estudiantes dedican una hora semanal a aprender a escuchar, compartir y ponerse en el lugar de los demás.
Esta práctica, conocida como klassens tid o “la hora de clase”, busca que los niños hablen sobre sus emociones, resuelvan conflictos en equipo y refuercen la importancia de cuidar la salud emocional tanto como el rendimiento académico.
A diferencia de otros países, donde la educación suele enfocarse únicamente en materias tradicionales, Dinamarca entiende que la empatía es una habilidad esencial para la vida. Los profesores guían a los alumnos con dinámicas de conversación, juegos cooperativos y proyectos comunitarios. Como resultado, los estudiantes desarrollan confianza en sí mismos y una visión más positiva de las relaciones humanas.
El impacto es visible: Dinamarca es uno de los países que consistentemente aparece en los primeros lugares del World Happiness Report. Expertos señalan que la educación en empatía en Dinamarca contribuye a niveles más bajos de acoso escolar, fortalece la cohesión social y forma ciudadanos más preparados para trabajar en equipo.
Además, estudios internacionales han demostrado que enseñar empatía no solo mejora la convivencia en las aulas, sino que también favorece el aprendizaje académico. Los niños que se sienten escuchados y apoyados desarrollan mayor motivación y mejores resultados escolares.
Este modelo danés se ha convertido en una referencia para otros sistemas educativos. Cada vez más países analizan cómo replicar la experiencia, adaptando los métodos a sus propias culturas y necesidades.
La enseñanza de la empatía en Dinamarca nos recuerda que formar buenos seres humanos es tan importante como formar buenos estudiantes. Una lección que el mundo entero puede adoptar para construir sociedades más justas y felices.